Una gran cantidad de niños, niñas y adolescentes de la República Dominicana viven en situaciones que los hacen vulnerables al vicio y a la delincuencia.
Por un lado tenemos la ausencia de la familia. Hay infantes que son abandonados por sus progenitores y desde temprana edad la calle es su casa. En la calle aprenden a delinquir; y aún en el caso de que trabajen, el producto de esa labor es para invertirlo en sostener vicios, como droga, juegos, apuestas y otros.
Tenemos, igualmente, niños que aunque viven con sus padres, reciben malos ejemplos de ellos, desde la mentira, cuando tienen que enfrentar alguna situación compleja, hasta otros delitos mayores, como son el robo y hasta el crimen.
Uno de los factores familiares que hace más daño a la niñez es la violencia domestica, porque no solamente traumatiza su mente, sino que se habitúa a esta conducta y la repite en su vida futura; él cree que esa es la forma correcta de tratar a una pareja.
Pero los daños inmediatos también son impredecibles, porque el niño o la niña vive en la inseguridad, con miedo que a veces genera en horror y eso afecta sus relaciones interpersonales, su rendimiento escolar y su desarrollo piscosocial.
La escuela también ha de ser un espacio para el cultivo de los valores y cuando no es así, lamentablemente, el futuro de la sociedad es incierto.
Las familias, los gobiernos, las instituciones y todas y todos los que nos sentimos comprometidos con el desarrollo óptimo de la sociedad estamos obligados a trabajar para que haya una infancia sana moral y espiritualmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario